lunes, julio 16, 2007

Noche Fría En La Ciudad Dormida.

Salgo a caminar por la ciudad dormida,

camino sin curso,

sin rumbo,

solo camino, camino y camino.


Solo siento el frío que traspasa mi ropa,

mi piel,

mi carne,

que se instala dentro de mis huesos.


Solo siento el frío de la pasión apagada,

del amor dormido,

de sentimientos muertos,

todas cosas del pasado.


Solo camino,

paso a paso,

en esta noche fría

en la ciudad dormida.


Me siento como todos,

como nadie,

como vos.


Busco a alguien,

alguien como todos,

como nadie,

como vos.


Alguien que me ame,

alguien que encienda mi pasión,

alguien que despierte mi amor

en esta ciudad dormida.


Ame una vez,

hace tanto tiempo ya,

con ella compartía estas frías noches

en la ciudad dormida.


Pero ella ya no está,

esta tan lejos,

es inalcanzable para mí,

un hombre como todos,

como nadie,

como vos.


Me siento como siempre,

como nunca,

solo.


Tan solo en esta noche fría,

en esta ciudad dormida,

tan triste,

tan mal,

tan libre...

Augusto Conde.

Aquella Noche.

Aquella noche que te vi

la cordura perdí,

y no miento si juro que creí,

que había muerto,

y eras un ángel que venia por mí.


Aquella noche lejana en el tiempo,

es el presente de mi recuerdo,

en mi mente no hay mas noches

que aquella por mil,

esperando impaciente volverse a repetir.


Recordándote sonrío en la tristeza

y mi alma se despereza,

de esta soledad traviesa

que mi corazón atraviesa

y mi alma apresa.

Augusto Conde.

Ama a Quien...

Ama a quien

sueña contigo

y espera ansioso

dormirse,

solo para estar contigo.


Ama,

al dueño

de los ojos sonrientes

donde te reflejas,

porque no es tu reflejo,

es tu constante

presencia en ellos.


Ama a quien

te necesita

y habita

este mundo,

solo cada segundo,

a tu vista.


Ama a quien

te respira,

te bebe,

y te come;

porque eres

su aire

y sin ti se ahoga,

su agua

y sin ti muere de sed,

su pan

y sin ti muere de hambre,

su cura

y sin ti muere de locura.

Augusto Conde.

Mi Mujer Perfecta

Si tuviera que imaginar a mi mujer perfecta,

lo haría desde adentro hacia fuera,

porque en la vida aprendí

que primero se debe hacer lo más importante.


Si tuviera que elegir un color a sus ojos,

elegiría el mismo que el de los míos,

para que me mire

con el mismo amor con que yo la miro.


Si tuviera que elegir una profundidad a su mirada,

elegiría la distancia que hay de su corazón al mío,

para cruzarla con solo una mirada.


Si tuviera que elegirle un cuerpo,

no lo haría,

porque no es su cuerpo el que me interesa,

sino su interior el que me anima.


Mi mujer perfecta serias vos,

o quizás ella,

o también puede ser aquella...


Mi mujer perfecta no existe,

porque solo yo puedo hacerla perfecta

cuando ella me hace perfecto.


Yo no puedo imaginar a mi mujer perfecta,

ni ella puede imaginarme a mi como su hombre perfecto;

porque solo cuando nos encontremos,

mutuamente perfectos nos haremos.

Augusto Conde.